Estudio de caso: Yo'o Guatemala
Un legado de educación
Tras 36 años de guerra civil, en 1996 se firman oficialmente los Acuerdos de Paz para acabar el conflicto entre el Estado y la guerrilla. Fue un largo pasaje oscuro en la historia de Guatemala, cuyo protagonista bélico fue representado por el Estado, sucedido por dictaduras militares, que reprimió y asesinó a su propio pueblo. Líderes estudiantiles y comunitarios, adversarios políticos, civiles urbanos y ciudadanos rurales fueron los rostros aniquilados de un conflicto que resquebrajó a un país entero.
Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), la guerra civil dejó más de 200,000 víctimas, entre asesinados y desaparecidos, y más de un millón y medio de personas desplazadas. Ciudades y comunidades se llenaron de muertos, familias desconsoladas por sus pérdidas y sus seres queridos convertidos en fantasmas, otras obligadas a salir al exilio y dejando atrás sus hogares y tierras.
La guerra civil tuvo una particularidad con respecto a su violencia. Las víctimas no fueron indiscriminadas, pues las principales poblaciones reprimidas y, sobre todo, masacradas fueron los pueblos indígenas. El Estado guatemalteco, en la guerra civil, tuvo por política el genocidio de los pueblos indígenas. Desde el Estado militar hubo una serie de programas de exterminio y control dirigidas hacia los pueblos indígenas: tierra arrasada, comunidades modelos, organización de milicias civiles, reclutamiento forzado. Según la CEH, el 83% de las víctimas de la guerra fueron de pueblos indígenas.
El legado de la guerra civil fue una estela de muertes, desaparecidos y desplazados.
Un nombre de las miles de víctimas fue Bernardo Lemus Mendoza. Fue profesor de economía y director financiero, además de candidato a rector, de la Universidad San Carlos de Guatemala y, sobre todo, líder estudiantil de la comunidad universitaria y disidente civil del Estado represor, fue asesinado por las fuerzas militares en 1981. Su rostro pertenece al mosaico humano que se enfrentó a las dictaduras de la guerra civil, pero murieron en el compromiso.
Era oriundo de Purulhá, Baja Verapaz. Un municipio en medio de bosques fríos, por donde se filtra la bruma como si el cielo hubiera descendido. Sin embargo, para muchos de sus habitantes no ha sido un paraíso. Golpeado por la pobreza económica y por los conflictos de tenencia de la tierra, Purulhá es un territorio vulnerable y vulnerado. La falta de servicios básicos, de oportunidades laborales han sido una constante en la historia del municipio. En especial, la educación.
Bernardo Lemus Mendoza estudió en una escuela pública de Purulhá en condiciones precarias. Asistió a un programa de alfabetización durante ocho años. Uno de los maestros lo llevó a examinarse por suficiencia para ganar la primaria. Luego adquirió una beca de secundaria para un instituto de Cobán, Alta Verapaz. En él organizó al estudiantado para recolectar firmas en contra de un catedrático inútil en la enseñanza y sospechoso de hacer perder a sus estudiantes. Sus experiencias escolares lo marcaron. Se convirtió, más tarde, en el dirigente estudiantil del que fue reconocido.
Tras su asesinato, en Purulhá dejó una familia. Sus hijos, ya en el nuevo milenio, reclamaban justificadamente al Estado un resarcimiento. Conociendo la historia de su padre y la realidad difícil del municipio, pensaban construir, con el dinero del resarcimiento, un instituto de diversificado para las juventudes, quienes estaban obligadas a movilizarse, a falta de servicios educativos en Purulhá, a municipios aledaños en busca de educación. La intención era continuar el legado y compromiso de su padre.
A pesar de haber conseguido la aprobación del Estado, el gobierno de Otto Pérez Molina (2012-2015), un militar retirado, decidió reducir la compensación económica del plan de resarcimiento para la familia Lemus. En su lugar, recibieron Q5,000 y 200 libros. La familia Lemus donó los libros a la municipalidad de Purulhá. A solicitud de la familia, en 2011 inauguran la biblioteca Lic. Bernardo Lemus Mendoza.
En ese año, la hija hacía actividades en la biblioteca. En uno de esos días, observó a un grupo de niños que llegaban a hacer tareas. Dentro, una chica estaba esperando que la impresora deslizara ilustraciones con contenido educativo. Tras indagar, supo que las ilustraciones estaban destinadas para el grupo de niños porque eran más útiles que los 200 libros, exclusivamente sobre el conflicto armado interno, de la biblioteca.
Este suceso marca el nacimiento de Yo’o Guatemala.
Un contexto histórico de Purulhá
Antes de adentrarnos a la historia de Yo’o Guatemala, es necesario conocer la historia de Purulhá.
El municipio de Purulhá se encuentra en el departamento de Baja Verapaz, en lo que se conoce como el “Bosque nuboso”. Al norte limita con los municipios de Tactic, Tamahú y Tucurú, del departamento de Alta Verapaz; al sur con Salamá, Baja Verapaz, San Agustín Acasaguastlán, El Progreso y Teculután, Zacapa; al oriente con Santa Catalina La Tinta, Alta Verapaz; y al occidente con San Miguel Chicaj, Baja Verapaz.
Purulhá antes del siglo XX
La historia del municipio se remonta hasta el periodo prehispánico, aunque, ciertamente, no se cuentan con muchos datos sobre la época. Algunas fuentes sostienen que los primeros habitantes fueron lacandones, mientras que otras hablan de población poqomchi’.
Durante la colonia, el municipio era conocido como San Antonio Purulhá. Se cree que la fundación del municipio data a principios del siglo XIX, cuando llegaron a asentarse familias que buscaban tierras para el ganado y agua para el cultivo. En documentos oficiales del Estado, de los años 1836 y 1839, aparece registrado el nombre del municipio de Purulhá.
Las Verapaces en la guerra civil
Entre 1960 y 1996, Guatemala vivió uno de sus capítulos más violentos. Los 36 años de guerra dejaron un sinfín de consecuencias. Pobreza, miedo, silencio, un tejido social resquebrajado, un Estado débil y del que desconfía la población.
La violencia y represión política de aquellos años fue selectiva. La represión y el terror, la censura, persecución y exilio fueron estrategias utilizadas por el Estado para deshacerse de la oposición o de aquellos que consideraba como “enemigos”. Con el empleo de dichos mecanismos, el conflicto armado interno guatemalteco acabó con una generación de líderes académicos, políticos, estudiantiles, sindicales y religiosos.
La región de las Verapaces fue una de las más golpeadas a lo largo de la guerra. Se trata de unos de los departamentos con mayor población indígena del país. Terminada la década democrática de la Revolución (1944-1954), el área comenzaba a experimentar actos sistemáticos de violencia. Con el pasar de los años el altiplano guatemalteco se convirtió en un objetivo del Estado por la presencia de grupos guerrilleros, que ejercían influencia en la zona. La represión provocó que departamentos como Huehuetenango, Quiché, Alta y Baja Verapaz experimentaran exclusión, discriminación y consecuencias del conflicto como el trauma colectivo (Caballero-Mariscal, 2017).
Los Acuerdos de Paz suponían el fin del conflicto, la instauración de un régimen democrático y el cumplimiento de una serie de promesas para evitar repetir la brutalidad y el ciclo de violencia, con el fin de construir una sociedad pacífica y aportar en la conciliación nacional. Esto implicaba poner en marcha una serie de mecanismos para la reparación y el resarcimiento hacia las víctimas y sus familias, en materia psicosocial, económica, material o cultural. Así como muchas otras promesas hechas por el Estado, se trata de una deuda que ha quedado pendiente.
Purulhá en el siglo XXI
Purulhá es un territorio predominante maya y rural. No sobra comentar que esto tiene relación con la alta vulnerabilidad socioeconómica que caracteriza al municipio.
Según el XII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda, Purulhá tiene una población de 56,822 habitantes, esta es predominantemente joven, el grupo de edad entre los 0 y 24 años representa el 64.96% de la población. El 4% de la población se identifica con el pueblo ladino y el 95% con el maya. El 3% de esta última es parte de la comunidad lingüística achí, 39% de la comunidad poqomchi’ y el 58% de la Q'eqchi'.
El municipio tiene un Índice de Desarrollo Humano de 0.519, el más bajo a nivel departamental y uno de los más bajos a nivel nacional. Según fuentes de 2014, Purulhá presentaba un 87.85% de pobreza general y 31.07% de pobreza extrema. Además, tiene un alto riesgo de inseguridad alimentaria, la falta de tierras para el cultivo, el déficit de producción, la pobreza y la vulnerabilidad del municipio ante desastres naturales crean condiciones desfavorables para la niñez de Purulhá.
Alrededor del 46% de la población cuenta con algún grado de educación primaria, el 12% tiene educación media (8% básico y 4% diversificado) y tan solo 1% educación superior (licenciatura), mientras que el 35% no cuenta con ningún grado aprobado. Con respecto a la educación, el municipio presenta un déficit en la cobertura y calidad educativa. Se presenta especialmente en la educación del nivel medio (básico y diversificado), y afecta principalmente a la población del área rural.
Un fenómeno negativo en la educación de Purulhá es la deserción escolar. En el municipio se da por diversos motivos, uno de ellos es la migración. Varios niños y adolescentes se ven obligados a abandonar la escuela para emprender el viaje a Estados Unidos, por lo general ante la falta de oportunidades laborales y una vida digna.
Los comienzos de Yo’o Guatemala
Era 20121. La hija de Bernardo Lemus Mendonza antes de conocer al grupo de niños que llegaban a la biblioteca municipal, trabajaba en un negocio familiar. Ella se dio cuenta que los niños asistían a la biblioteca con cuadernos desbaratados y desaliñados, que eran sus únicos útiles escolares donde anotaban sin concierto ni estructura una mezcolanza de contenidos. Tampoco disponían de libros ni materiales de apoyo para estimular su aprendizaje. Ante esta situación precaria, la hija no quedó indiferente. Tras juntar a un grupo de niños, decidió comprometerse y, así, renunció al negocio familiar para dedicarse a la educación de Purulhá.
Junto a su hermano, buscaron un sitio donde alojar a los niños para que hicieran sus tareas y ofrecerles material educativo. En especial, un lugar dedicado a la educación que los niños no tenían en sus casas.
Aquí en Purulhá no hay mesas en las casas. Comen en una banca, la mamá sirve la comida, unos comen en la cama, otros comen afuera, no se sientan alrededor de la mesa. Tienen una mesita los que son católicos para poner sus santos, pero los niños hacen la tarea en una banca. Se sientan en el piso o se sientan en un bote y escriben sobre la banca. Las tareas van sucias, van dobladas.
Conocían al entonces alcalde, con quien, tras convencerlo, decidieron disponer un espacio de la biblioteca municipal. Luego el apoyo se extendería: la mitad del segundo nivel fue otorgado para situar un espacio educativo para los niños de la comunidad.
Las primeras prácticas
La principal demanda y necesidad que pedían los niños era “ayuda con los deberes de la escuela”. La hija los reunía en la biblioteca para supervisar y calificar las tareas. Asimismo, los ayudaba a cumplir ejercicios a través de la orientación o la búsqueda en internet de materias y temas. A falta de la guía de los padres que estaban ausentes por razones laborales o personales, la hija suplió ese rol de orientadora y supervisora. Con todo, el trabajo que hacía con los niños era, en realidad, un reforzamiento escolar.
Dentro del grupo de niños había varios que no sostenían la concentración o se les veía visiblemente agotados. Extrañada, la hija inquirió en la causa. Uno de los niños confesó que no había comido en todo el día. La falta de nutrición impedía que estos niños se desenvolvieran de la mejor manera en su aprendizaje. Por lo tanto, comenzó a cocinarles atol, arroz fortificado e Incaparina. Por importante que fuese la educación, la hija tenía claro que la urgencia de la nutrición destacaba sobre cualquier otro aspecto.
Entretanto, no olvidaba la necesidad de útiles escolares y libros que los niños apenas tenían. Con ayuda de sus hermanos, a través de redes sociales y de boca en boca solicitaban donaciones de dinero o en especie: cuadernos, útiles, libros nuevos o usados. Sabían a quiénes solicitar, por lo que, paulatinamente, fueron acumulando materiales. Los reacondicionaron para darles una segunda vida. Fue así que equiparon la biblioteca en beneficio de los niños.
A final de año, cuando acaban las clases, la hija se encontró con el grupo de niños que no tenía mucho que hacer. En lugar de consentir el ocio que sobreviene tras terminar el ciclo escolar, decide abrir una escuela de vacaciones, que llamó Un niño ejemplar. En ella enseñó a los niños normas en la mesa, saludos apropiados, formas de conducta, entre otros aspectos de etiqueta básica. Al final de la escuela de vacaciones, quien mejor punteara, se ganaba una bicicleta. Además, viajaban en excursiones y participaban en juegos. El proyecto fue un revuelo feliz para los niños.
Dentro de la escuela de vacaciones, había una actividad de lectura dirigida. Leyeron, reunidos, con acompañamiento de la hija, El principito de Antoine de Saint-Exupéry. En esta actividad lectora, observó a varios niños con un ferviente interés por la lectura. Hambrientos de curiosidad y conocimiento, devoraban los libros de la biblioteca. De este interés lector surgió una idea de un viaje a la capital, a la feria nacional del libro.
Cuando me los tenía que llevar a FILGUA me dijo mi maestro, “mira, te voy a dar pasaje para que se vengan 4 niños”. Estando en la FILGUA los solté. La gente impresionada al ver a los muchachitos que agarraban el libro por el lomo, que lo primero que hacían era leer la contraportada y que pasaban las páginas con propiedad. Entonces la partida de intelectuales le ofrecían tal libro a los niños, pero contestaban “no, es que yo ando buscando Los Miserables de Víctor Hugo” y la gente “¡¿qué?!”. Entonces eso causó impresión. Al punto que me hicieron una entrevista en Guatevisión.
Con todo, ese primer año atestiguó el nacimiento de lo que serían, más tarde, las vértebras del trabajo de Yo’o Guatemala. El reforzamiento escolar se convertiría en las tutorías escolares, la alimentación de los niños en el programa de nutrición escolar, la recaudación de donaciones en los saldos escolares y la actividad lectora de la escuela de vacaciones en el club de lectura. Estos programas generales constituyen la labor integral de Yo’o Guatemala.
La niñez al completo: una labor integral de Yo’o Guatemala
En 2014 Yo’o2 Guatemala se inscribe legalmente. La primera junta directiva estuvo compuesta por parte de la familia Lemus y amigos. Sin embargo, más tarde se redujo a un grupo comprometido de profesionales. Desde entonces la hija de Bernardo Lemus Mendoza ha fungido como directora de la organización.
Tras la formalización institucional de Yo’o, la emoción rebasaba a la junta directiva. Discutían ideas y propuestas de hacer numerosos proyectos con diferentes enfoques y objetivos, de replicar la experiencia del reforzamiento escolar en otros departamentos del país. Con detenimiento concluyeron que sus ambiciones estaban dispersas, que necesitaban arrancar despacio y priorizar los esfuerzos y programas. Así, definen la educación de Purulhá como misión principal de Yo’o.
Las primeras experiencias, previas a la inscripción legal de la organización, fueron suficientes para que el equipo de Yo’o determinara un principio constitutivo: la niñez y la juventud integrales. A lo largo de las actividades como la escuela de vacaciones, el reforzamiento escolar y la recaudación de útiles escolares observaron las múltiples facetas que forman parte de la vida de los niños de Purulhá, en especial quienes estudian. Niños con dificultades para el estudio por falta de recursos educativos o por ineficaz enseñanza en las escuelas públicas, varios de ellos con problemas de atención y concentración porque apenas han comido durante el día, además de las restricciones de realización personal por las condiciones socioeconómicas precarias.
Con todo, la educación no podía limitarse solo a la enseñanza, sino ampliarla a aspectos como la nutrición, el juego, la realización. En fin, vivir una niñez y juventud dignas. Para ello, han trabajado y fortalecido una pedagogía que mantiene la niñez y la juventud integrales en el centro.
Reforzar la escuela: las tutorías escolares
El programa de tutorías escolares es la evolución pedagógica del reforzamiento escolar de los primeros años de Yo’o Guatemala. En la mayor parte de la vida de la organización, las tutorías se realizaban en un espacio dedicado de la biblioteca municipal. Actualmente tienen un establecimiento propio.
Las tutorías consisten en reunir a un grupo de niños, que estudian primaria, que dividen por grados escolares. Hay distintas educadoras encargadas por grado, que supervisan y guían el trabajo de los niños con sus tareas, actividades o proyectos escolares. Así, dan acompañamientos a los niños en sus trabajos, usan internet para apoyar sus investigaciones y enseñan diferentes materias y contenidos para reforzarlos educativamente.
A lo largo de los años, tras hacerse conocer en la comunidad y entre las escuelas, han recibido adolescentes de secundaria. Aparte de las tutorías, han implementado para estos jóvenes un programa de desarrollo y fortalecimiento de capacidades en donde les enseñan matemática, el manejo de computadoras, el uso del internet.
Asimismo, en la visión de Yo’o el reforzamiento no solo privilegia lo escolar, sino el empoderamiento personal y político de los jóvenes. Por ello, tienen un programa de desarrollo personal. Dentro de este implementan diplomados de liderazgo, programas de intercambio, talleres sobre resolución de conflictos, círculos de confianza y espacios seguros. La idea es fomentar la proyección comunitaria de los jóvenes y promover el empoderamiento, así como darles la oportunidad de conocer el mundo más allá de sus comunidades.
Provisiones complementarias: los saldos escolares y otros programas
Yo’o Guatemala ofrece una serie de provisiones a sus niños y jóvenes de sus programas. Las provisiones abarcan desde material educativo hasta espacios seguros. Estas dotaciones de diferente índole se relacionan con la visión de la niñez integral, pues están basadas en la atención a la complejidad que representa la educación en un contexto de pobreza y vulnerabilidad. Así, es un eje de provisión complementaria a la niñez y juventud de Yo’o.
Desde los comienzos del trabajo de la organización, la necesidad de equipamiento de útiles escolares estuvo presente. La solución fueron las recaudaciones de donaciones, en especie o de dinero, por personas a través de redes sociales o círculos cercanos.
Esa actividad temprana se convirtió en los saldos escolares, llamado Regálanos Tus Saldos Escolares. No han perdido la dinámica original del todo, pues aún recurren a donaciones individuales. Sin embargo, han crecido tras construir alianzas y formar reconocimiento, pues han conseguido financiamiento que han dirigido al programa.
De 2015 a 2019 las recaudaciones se hicieron en eventos de recaudación, cuyos útiles escolares donados fueron almacenados en centros de acopio, puestos en cajas para trasladarlos a una bodega y, finalmente, enviados a Purulhá.
En un principio, el material de los saldos escolares era regalado a las familias de los niños de Yo’o. Sin embargo, repararon en que las familias tenían una actitud de desdén hacia lo gratuito, que abandonaban el material de segunda mano. Por ello, idearon una nueva dinámica: un intercambio.
Todos reacondicionaban los útiles. Se revisaban los útiles, se lavaban los borradores, las mochilas. Empecé a regalar los útiles. Daba mitad usados y mitad nuevos. Luego se vio que lo nuevo se lo quedaban, pero dejaban lo usado. El problema era que lo estaba regalando. Entonces empecé a pedir botellas, 10 por lista escolar. Por ejemplo, una señora llegó con 75 botellas y pedía tres listas. Luego empecé a pedir eco ladrillos.
Los saldos escolares dependen del grupo de voluntarios, que asimismo apoyan paralelamente otros programas. Los voluntarios se clasifican desde personas individuales asociados al equipo de Yo’o y, sobre todo, los jóvenes participantes de algunos programas de la organización.
Por ejemplo, el programa de becas escolares provee de voluntarios. Las becas son otorgadas a estudiantes de primaria y básicos, aunque en 2018 dieron la primera beca universitaria. Los becados reciben desde calzado, ropa, productos de higiene, material escolar, financiamiento. Al adquirir la beca se comprometen a realizar ciertas horas de voluntariado, un requisito fundamental.
Por otra parte, Yo’o Guatemala provee de programas nutricionales a los niños y jóvenes, en especial para las tutorías escolares. Las condiciones de pobreza económica de Purulhá son agudas en varios casos, al punto de que niños no tienen una digna alimentación. Ante este contexto, han desarrollado programas nutricionales en que dotan de refacciones y almuerzos a los niños de las tutorías escolares.
Así, la nutrición es una faceta simultánea en la educación de Yo’o Guatemala. Asimismo, se han enfrentado a casos de abuso y malcrianza, de los que se han negado a dar la espalda. De ahí que surgió un proyecto de protección infantil en Yo’o para hacer frente a esta problemática.
Desde 2016, la organización montó una residencia estudiantil. En un principio aceptaban tanto niños como niñas, pero decidieron recibir solo niñas por su honda vulnerabilidad.
Uno de los objetivos de la residencia, aparte de la educación a niñas vulnerables, es la integralidad, que reciban alimentación, normas. Entonces se hace el programa de residencia. A prueba y error, está la necesidad, hay reglas, límites que cumplir. Algunas chicas no estaban conformes: entraban, miraban y salían. Las niñas que están en la residencia también participan en otros programas.
La residencia estudiantil funciona, por tanto, como un refugio para niñas vulnerables. Asimismo es un centro programático, pues trabajan con ellas diferentes programas: tutorías escolares, nutrición, cursos formativos, club de lectura.
La lectura como aprendizaje y viaje
La primera escuela de vacaciones vio luz al programa lector. El interés genuino y voraz que mostraban algunos niños, despertados por la estimulación que recibieron de la escuela de vacaciones, por la lectura fue una revelación para la directora en ese momento. Además, el viaje a FILGUA en que los asistentes de la feria se quedaron conmocionados por la exploración emocionada, entre libros y libros, de niños de comunidades rurales de Purulhá, fue la confirmación de una oportunidad imposible de perderse. Fue así que nace el club de lectura, el programa estelar de Yo’o Guatemala.
En el club de lectura los niños aprenden a leer acompañados por una educadora. Es una lectura dirigida y guiada de uno o más libros específicos. En Yo’o reconocen que la lectura es un proceso paulatino, progresivo. Por ello, los primeros pasos lectores son orientados con libros gráficos, luego hacen la transición a libros híbridos (textuales y visuales). Al final, los evalúan con comprobaciones de lectura para marcar y cotejar su progreso.
Asimismo, el club de lectura no se limita a la enseñanza lectora, sino estimula e inculca el hábito de la lectura. Tienen un sistema de incentivos y premios. Por tanto, el niño que lea cierta cantidad de libros, por ejemplo, se le regala libros de su elección o, sobre todo, es aceptado para las excursiones anuales. Estas estrategias han creado nuevos lectores y han reafirmado el interés de niños lectores.
El éxito del club de lectura, sin embargo, reside principalmente en la metodología con la que enseñan y conectan la lectura con los niños. En 2013, a principios de la organización, la directora se inscribió a un taller de comprensión de lectura inteligente de un grupo especializado llamado Taller Internacional de Lectura. De acuerdo a esta metodología, la lectura para con el niño debe ser guiada, durante la cual se le incita a razonar, a cuestionar el contenido, a “retar el pensamiento”.
Me enseñaron esta técnica de ponerte a pensar cosas que el libro tiene, que el niño infiere para ponerlo a razonar. Por ejemplo, había un cuento que decía que las hermanastras de la Cenicienta se habían cortado los dedos de los pies para que les quedaran los zapatos. Le preguntas “¿y usted que cree de verdad se cortaron los dedos de los pies?”, “no, porque no hubieran podido caminar, habrían tenido que ir al hospital”.
El razonamiento lector está íntimamente relacionado con el efecto y afecto de la conexión. No solo permanece en un ejercicio racional y crítico, sino emocional y personal. Así, en la lectura guiada se establece un nexo entre el niño, sus experiencias y vivencias, y el contenido. La lectura, entonces, es espejo, caja de resonancia, vínculo.
Al preguntarles qué parte le gustó más del libro, regularmente te responden algo que emocionalmente los tocó. Casi siempre su parte favorita es algo que a ellos los tocó emocionalmente. Entonces empecé a ver que cuando les tocás el sistema límbico, el cerebro empieza a almacenar la lectura como una experiencia personal y no solo como una diversión. Entonces ya queda un nexo con el niño, entre el niño y la lectura, entre el niño y tú.
Al ser una metodología horizontal, en tanto la guía no es impositiva ni la educadora la única intérprete de la lectura, además de ser una actividad conversacional, hay un vínculo entre la educadora y el niño. Hay una apertura del niño por expresarse, por contar sus experiencias y ocurrencias. Para Yo’o esto es un signo de la ausencia de espacios de expresión y comunicación en las comunidades. En contraste, a través del club de lectura el niño relata la historia de su vida, que en otros lugares permanecería en silencio.
En Yo’o la lectura se convierte en un mundo de posibilidades, por el viaje que significa embarcarse en una historia. Asimismo, el viaje literal que ha permitido la lectura para los niños y jóvenes del programa. Por motivos económicos o familiares, muchos de estos niños y jóvenes nunca han salido de sus comunidades. En el club de lectura, tras terminar el ciclo anual, hacen excursiones a sitios turísticos o recreativos, cuyo programa llaman Más allá de mi comunidad, con los niños y jóvenes que cumplieron los requisitos de lectura o de otros programas.
El club de lectura mantiene el propósito de expandir los horizontes de los niños y jóvenes, enseñar a través de la exploración y maravillarlos del mundo. Rememoraba el equipo de Yo’o la vez que viajaron con el grupo del club al mar; los niños nunca lo habían visto, pero se encontraron abrumados y estupefactos ante la novedad y la inmensidad marítimas. Fue un viaje representativo, porque en Yo’o la lectura es una apertura, una excursión al mar del conocimiento y la vida. Para Yo’o la lectura es fundamental porque, como enfatizó el equipo de Yo’o, “un niño que lee se educa solo”.
Yo’o en tiempos pandémicos
Desde el 2012 el crecimiento institucional y profesional de Yo'o guatemala no se detuvo. Los programas educativos, para 2020, ya tenían una dirección específica, una estructura consolidada y una marcha positiva. Paulatinamente, la organización crecía con cada proyecto novedoso, cada programa trabajado, cada niño nuevo que llegaba.
Sin embargo, en ningún momento estuvo previsto que una pandemia global irrumpiría de la forma que lo hizo el COVID-19. En cuestión de días, tras oficializarse el arribo del virus al país, el gobierno decretó una cuarentena nacional que clausuró empresas, mercados, complejos comerciales, escuelas, colegios. Así, la pandemia COVID-19 interrumpió el trabajo y la trayectoria de Yo’o Guatemala.
Las adaptaciones en la pandemia
Durante la pandemia, el distanciamiento social y las medidas de higiene fueron la norma que imperó sobre todo. Niños y jóvenes estuvieron obligados a permanecer en sus hogares. Sin la presencialidad que definía esencialmente cualquier actividad de los programas educativos, la capacidad de adaptación, apremiante y necesaria, fue obligada para la organización. Ante este contexto, una irrupción pandémica absolutamente imprevista, el equipo de Yo’o Guatemala no se quedó paralizado.
Una de las primeras adaptaciones de la organización fue priorizar la asistencia humanitaria sobre cualquier programa educativo. Así, suspenden temporalmente varios programas: la residencia estudiantil, el programa de nutrición en las tutorías escolares, las excursiones. En su lugar, las becas escolares se tornaron en becas alimenticias. Un paquete de víveres era entregado a las madres de niños y jóvenes de Yo’o para que pudiesen subsistir en la drástica realidad de la pandemia.
Otro programa humanitario, que aún continúa, puesto en marcha fue el programa Adopta un abuelito. Al conocer situaciones de abandono y soledad en varias personas de la tercera edad, recolectaron víveres para donárselos al ser casos de extrema emergencia.
Ahora, las recaudaciones de saldos escolares se detuvieron durante la pandemia. En 2021, cuando el trabajo institucional de Yo'o Guatemala recobraba algo de normalidad , la cantidad de niños que llegaban a canjear ecoladrillos por útiles escolares era reducida. De ahí que suspendieron indefinidamente el programa. En su lugar, regresaron a la dotación directa de útiles escolares a niños participantes de becas y otros programas de la organización.
Otra adaptación fue la biblioteca a domicilio que reconfiguró el club de lectura. Imposibilitado por reunir a los niños y jóvenes en la biblioteca municipal por los dictámenes de cuarentena, el equipo de Yo’o resolvió llevar la lectura a los hogares.
Todos los niños iban a prestar libros, pero por las restricciones no podían ir. Entonces surgió la idea de ir con los libros. Durante algunos meses visitamos de casa en casa, biblioteca a domicilio. Llevamos variedad, eran días específicos, no todos los días se pasaban a las mismas casas. Las familias sacaban una mesa para que los niños escogieran los libros. Las mamas ponían vasos de fresco, panitos. Así hacíamos las comprobaciones de lectura, de casa en casa.
Por otro lado, en Yo’o ya habían revoloteado la idea de un proyecto con relación en la soberanía alimentaria, especialmente en un contexto donde la desnutrición era una problemática común. La pandemia remarcó agudamente la importancia del tema. Así, con capacitación y orientación del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación, desarrollaron el proyecto de huertos familiares. En él, un miembro del equipo de Yo’o llegaba a enseñar y guiar el cultivo de distintos productos agrícolas a los campos de familias en la comunidad.
Por último, en Yo’o notaron que la virtualidad, la improvisada modalidad que se adoptó en la educación, no suplía con suficiencia, muchas veces ni mínimamente, la necesidad de educación. Tanto el equipo como las familias de los niños y jóvenes observaron un agudizado deterioro educativo. Por tanto, el equipo de Yo’o implementó el programa Qa Tzoleb’aal, Nuestra escuela. Ante la necesidad de brindar una educación de calidad, Yo’o inscribe a varios estudiantes en ISEA o IGER para recibir educación a distancia. Las educadoras de Yo’o funcionan como facilitadoras de los contenidos y plataformas que ofrece ISEA e IGER. Asimismo, Yo’o han proveído los espacios donde los estudiantes reciben los cursos.
Entre la pandemia y el futuro
El regreso a clases en 2023 significó, en una pequeña parte, un alivio para Yo’o Guatemala, pues se levantaron las medidas oficiales de distanciamiento social. Por lo tanto, se recobró la presencialidad de las clases y las actividades. Sin embargo, el alivio palidecía en comparación con el panorama crítico y deteriorado de la educación pospandemia.
Ante este contexto drástico, legado de la pandemia COVID-19 en contubernio con la incapacidad estatal de atenderla, en Yo’o han continuado su trabajo reafirmado en el compromiso por la educación de Purulhá. Después de mucho tiempo, por ejemplo, la biblioteca municipal dejó de ser el centro de la actividad de Yo’o, pues inauguraron en 2024 su nuevo edificio donde recibirán a los niños y jóvenes de los programas.
Asimismo, los huertos familiares, como ha sido característico en Yo’o, evolucionaron al programa de huertos comunitarios. Ahora en el terreno que un vecino de la comunidad ha puesto a disposición del proyecto de forma temporal, sin requerir ningún pago por el uso del espacio, realizan los cultivos de productos agrícolas. Luego ofrecen los productos a personas de la comunidad a cambio de trabajo voluntario para los cuidados del huerto, donaciones económicas o en especie. Estos aportes contribuyen al sostenimiento de los otros programas nutricionales de la organización. Los huertos comunitarios también tienen el propósito de enseñar el cultivo de la tierra, con conocimiento tradicionales indígenas, a niños y jóvenes de sus programas, así como funcionar a manera de actividad recreacional en lugar de la escuela de vacaciones.
Ahora, en el futuro de Yo’o se encuentran la continuidad y el fortalecimiento de los programas existentes, que desde 2021 han retomado la marcha que interrumpió la pandemia. Por otro lado, han pensado en nuevos proyectos y planes para Yo’o. Por ejemplo, tienen un fuerte deseo de robustecer el programa Mi niño bonito. Ante la problemática de la desnutrición, en 2019 lanzan el programa en cuestión para infantes, con el propósito de implementar actividades de estimulación temprana y monitoreos de peso y talla. Lastimosamente, la pandemia cortó de tajo el programa. Sin embargo, consideran fundamental esta propuesta, hacer el programa uno de los principales del trabajo de Yo’o.
Por último, no dejan de lado el crecimiento institucional. Desean concretar un reforzamiento institucional, en que se beneficie a la plantilla laboral de Yo’o con prestaciones sociales y mejores salarios. Para ello, han empezado un proceso de discusión de un plan estratégico.
Yo’o Guatemala se ha enfrentado a sinfines de adversidades, por un difícil contexto rural de pobreza y vulnerabilidad y por la irrupción de la pandemia inmisericorde que frenó mucho de lo andado. Sin embargo, en Yo’o tienen claro que el futuro es un camino por recorrer entre la organización, Purulhá y la juventud hacia una educación recuperada.
Notas
Notas generales
Este producto fue diseñado, visualizado y escrito por el equipo de Population Council Guatemala, con colaboración y retroalimentación del equipo de Yo'o Guatemala, para el proyecto Recuperando la Educación en Centroamérica: Activando Redes y Grupos Asociados (RECARGA).
Las imágenes presentadas fueron tomadas de las redes sociales de Yo'o Guatemala compartidas por su equipo o fotografiadas por el equipo de Population Council Guatemala. En casos externos, se indicó la fuente.
Notas específicas
1. El 22 de febrero de 2024 el equipo de Population Council llegó a realizar un taller participativo, con una duración de seis horas, en las instalaciones de Yo'o Guatemala. Participaron 11 personas del equipo Yo'o Guatemala.
Los objetivos del taller fueron, a través de una discusión grupal guiada y una línea de tiempo, a) recolectar la historia local de Purulhá, b) documentar el desarrollo organizacional y educativo de Yo'o Guatemala, especialmente durante y tras la pandemia y c) entender el ecosistema educativo en el que se encuentra el socio.
Uno de los productos fue este estudio de caso en forma de historia narrativa, elaborada luego de un proceso de sistematización del taller, revisión bibliográfica, estadísticas, archivo audiovisual y entrevista. El shorthand fue una colaboración entre Population Council y Yo'o Guatemala.
2. El nombre "Yo'o" proviene de un vocablo q'eqchi'. Su traducción literal al español es "vamos". Así, según la organización, "Yo'o es una exhortación a la comunidad a recorrer el camino, juntos". Ver más información en este tweet.
Bibliografía
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